El viaje hacia el Ser
- Natalia Mendez Garzon
- 20 dic 2024
- 2 Min. de lectura

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La treceava carta del libro Cartas de un Yogui Peregrino, nos habla de la invitación del Yoga a despojarnos de las capas externas, esas máscaras que el mundo moderno a menudo nos impone: las expectativas de éxito, las posesiones materiales, y las imágenes construidas para agradar a los demás. En este sentido, el Yoga no es solo una práctica física, sino un camino hacia el reconocimiento de la esencia que siempre ha estado dentro de nosotros: la unión con el Todo, con lo Divino.
En el mundo actual, las distracciones parecen infinitas. Vivimos rodeados de redes sociales, tecnologías y estímulos constantes que nos desconectan de lo esencial. El ruido externo se convierte en una barrera que nos impide escuchar la suave voz de nuestro interior, donde yace la verdadera paz. Muchas veces, confundimos la felicidad con aquello que podemos alcanzar o poseer, olvidando que lo más importante no puede comprarse ni acumularse.
Sin embargo, esta verdad sigue esperando pacientemente dentro de cada uno. Los obstáculos para conectarnos con esta realidad son, en su mayoría, autoimpuestos: el miedo al silencio, el apego a nuestras viejas formas de ser, y la resistencia a soltar lo que ya no nos sirve. Estas resistencias, aunque naturales, son invitaciones disfrazadas: nos empujan a mirar hacia dentro y descubrir quiénes somos realmente.
El Yoga, en su profundidad, nos enseña que cada uno de estos obstáculos es una puerta. En lugar de luchar contra ellos, se nos invita a caminar a través de ellos con paciencia y humildad. Desprenderse de lo innecesario no es un acto de pérdida, sino de liberación. Cada paso hacia la sencillez, cada momento de quietud, es un regreso al hogar interior, donde la verdadera riqueza y plenitud nos esperan.
Quizás, en el mundo actual, el mayor acto de rebeldía no sea acumular ni competir, sino detenerse, respirar profundamente y elegir vivir desde el corazón. Porque, como dice esta carta, el viaje hacia el Ser no se trata de llegar a un destino, sino de recordar que ya estamos en casa.
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